“Hola. El Maestro Constantino me pidió que
escribiera. Es muy difícil. He puesto por escrito mis experiencias y
sentimientos, pero son muy personales y pareciera que podrían inadecuadas para
los ojos y oídos de algunas personas. Es una experiencia muy fuerte, de lo
contrario, no hubiera regresando, una y otra vez.
Así que contaré lo que pasó en una ocasión, en
una reunión:
Todas las veces que asistí hubo muchas personas
(mínimo entre 20 y 30, por referir la reunión más “pequeña” y el Maestro nos
llamó la atención por no haber llevado a más personas, para recibir sanación).
En todas las ocasiones que asistí me sucedió
algo distinto: Ya fuese que mirara sus ojos y navegara en un mar de amor
infinito, o que sintiera energías muy fuertes cuando el Maestro trabajaba con otras
personas o conmigo.
En una ocasión en cierto local de Yoga en
Tel-Aviv, sucedió que al no haber el espacio para que Maestro esperase en otra
habitación, como comúnmente hace, él esperó en el mismo sitio (muy quieto y con
toda la paciencia del mundo), así que nosotros fuimos y nos sentamos junto con él.
Hubo una energía muy tierna, sutil, muy dulce, parecida a la de un bebé pero
con un tremendo poder de amor.
Así que ahí entendí que, probablemente durante
las demás sesiones, las personas estarían absorbiendo la energía del Maestro,
que es tan sutil y tan especial, que algunas veces se siente como si se
esfumara de mí al término de una sesión. Aunque, claro está, los efectos son
duraderos y continúan obrando en mí hasta hoy.
Y probablemente cuando se cuentan historias, los
centros cerebrales se abren por lo que estoy recordando las primeras ocasiones
cuando sentí al Maestro esparciendo su energía (o lo que sea o haya sido)
- sentí que mi corazón, bloqueado en
ciertas áreas, estuviese envuelto con algo que lo restringía, a él . . . ¡y a
mí misma! y dolía, y más tarde el bloqueo desapareció. Probablemente mi corazón
se ha abierto y ha crecido más y más en el amor. Me es más fácil abrirme y
canalizar el camino de regreso al lugar correcto, incluso en situaciones
difíciles (y agradecer que se me haya ayudado a recordar quien soy y a crecer).
Es como imposible para un ser humano, no es
lógico ni realista, venir así y dar más y más y más, día tras día. Querido
Maestro, le agradezco desde lo más profundo de mi corazón por el dar, por el
amor y la sanación. Con mucho amor, siempre, Shlomit.”
Shlomit Yosifya. Israel.
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