miércoles, 17 de julio de 2013

Testimonio de Shlomit Yosifya

“Hola. El Maestro Constantino me pidió que escribiera. Es muy difícil. He puesto por escrito mis experiencias y sentimientos, pero son muy personales y pareciera que podrían inadecuadas para los ojos y oídos de algunas personas. Es una experiencia muy fuerte, de lo contrario, no hubiera regresando, una y otra vez.
Así que contaré lo que pasó en una ocasión, en una reunión:
Todas las veces que asistí hubo muchas personas (mínimo entre 20 y 30, por referir la reunión más “pequeña” y el Maestro nos llamó la atención por no haber llevado a más personas, para recibir sanación).
En todas las ocasiones que asistí me sucedió algo distinto: Ya fuese que mirara sus ojos y navegara en un mar de amor infinito, o que sintiera energías muy fuertes cuando el Maestro trabajaba con otras personas o conmigo.
En una ocasión en cierto local de Yoga en Tel-Aviv, sucedió que al no haber el espacio para que Maestro esperase en otra habitación, como comúnmente hace, él esperó en el mismo sitio (muy quieto y con toda la paciencia del mundo), así que nosotros fuimos y nos sentamos junto con él. Hubo una energía muy tierna, sutil, muy dulce, parecida a la de un bebé pero con un tremendo poder de amor.
Así que ahí entendí que, probablemente durante las demás sesiones, las personas estarían absorbiendo la energía del Maestro, que es tan sutil y tan especial, que algunas veces se siente como si se esfumara de mí al término de una sesión. Aunque, claro está, los efectos son duraderos y continúan obrando en mí hasta hoy.
Y probablemente cuando se cuentan historias, los centros cerebrales se abren por lo que estoy recordando las primeras ocasiones cuando sentí al Maestro esparciendo su energía (o lo que sea o haya sido) -  sentí que mi corazón, bloqueado en ciertas áreas, estuviese envuelto con algo que lo restringía, a él . . . ¡y a mí misma! y dolía, y más tarde el bloqueo desapareció. Probablemente mi corazón se ha abierto y ha crecido más y más en el amor. Me es más fácil abrirme y canalizar el camino de regreso al lugar correcto, incluso en situaciones difíciles (y agradecer que se me haya ayudado a recordar quien soy y a crecer).
Es como imposible para un ser humano, no es lógico ni realista, venir así y dar más y más y más, día tras día. Querido Maestro, le agradezco desde lo más profundo de mi corazón por el dar, por el amor y la sanación. Con mucho amor, siempre, Shlomit.”
Shlomit Yosifya. Israel.

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