Hace
tiempo alguien tuvo que partir; mas lo más preciado no podía dejar y se preguntó:
¿a quién podré dejar? Hizo un recuento
de las amistades; mas no encontraba uno, entonces el tiempo de partir llegó,
tomó una decisión quien tocó la puerta del vecino pidiendo por favor. En ese momento le entregaba su joya. El vecino no tenía tiempo de cuidarla y
expresó. "No se preocupe, solo
utilice el calor de su corazón y siempre estará al servicio". Entonces aceptó, entregó su joya y se retiró. Pasó el tiempo. Al principio con amor cuidaba y por amor lo
hacía; mas la premura del tiempo, de hacer por la razón, se olvidó que tenía,
dejando todo, y cuando se dieron cuenta, voltearon a ver que sucedía, el deceso
era inevitable, el ser que tenía a su cuidado, su luz se apagaba, se les olvidó
alimentarlo con el calor de sus corazones.
Era tan frío el lugar que ya no soportó; tan solo y abandonado como
siempre, mas prestando siempre el servicio.
Ahora ya no está. Así que no seas
tú y cuídalo, dale ese amor y ese calor.
Por amor y con amor, con respeto y humildad.
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